miércoles, 3 de octubre de 2012

OCIO Y DROGAS

En la sociedad capitalista actual, el ocio desempeña un papel fundamental. Nuestra rutina se compone, básicamente, de cinco o seis días a la semana currando o estudiando, y el resto desahogando nuestro aburrimiento.

 El trabajo y/o los estudios nos agobian y aburren con actividades que normalmente deberían de ser para nosotros prioritarias, como el ejercicio o la lectura, convirtiéndolas así en actividades pesadas y monótonas para las cuales no dejamos lugar en nuestro tiempo libre, y cuando no, el Capitalismo se encarga de mediar en las mismas y convertirlas en productos del mercado. Así pues, nuestro tiempo libre acaba por rellenarse de actividades que en la mayoría de los casos suponen la desconexión de la realidad y el placer inmediato.

Una de las más habituales actividades con la que rellenamos nuestro tiempo es el consumo de drogas. Podríamos decir que las drogas desempeñan un papel protagonista para con el ocio dirigido. Éstas, en primer lugar, conllevan un consumo, muchas veces, continuado, debido a la adicción que conllevan. Pero las drogas no sólo son una forma de ocio que aporta grandes sumas de dinero al Capitalismo, son altamente rentables respecto a sus intereses. Estas aportan a las masas todo lo que al Capital le interesa.

Las drogas son el súmun de la alienación, consiguen que el individuo que las consume desconecte de la realidad y le aportan un placer inmediato con, eso sí, peores consecuencias a medio y largo plazo. Pero además de ocupar un tiempo que pudiera ser dedicado a otras cosas (como la lucha social, o el desarrollo físico e intelectual), una de sus características es que van sobreponiéndose a otras motivaciones y van sumiendo, con el tiempo, al idividuo en un cada vez mayor estado de apatía.

Si las drogas son un medio de ocio tan común es, en gran parte, porque en torno a ellas se construyen una infinidad de relaciones sociales. Esto se debe a varias motivaciones. En primer lugar, las drogas muchas veces ayudan al individuo que las consume a deshinibirse y despojarse de cualquier vergüenza o prejuicio que pueda afectar a su desarrollo social. Además son, de por sí, un placer que puede ayudarnos a pasar un buen rato con otras personas, incluso si en un estado de sobriedad esto fuera difícil. Esta situación, en realidad, no puede hacer más que perjudicarnos en nuestras relaciones sociales.

Debemos intentar superar prejuicios e inseguridades, para poder desenvolvernos socialmente de una manera sana y sincera, y crear así mistades basadas en el cariño y la confianza que se desarrolla cuando las personas crecen juntas, ayudándose y aportándose cosas, intercambiando sus diferentes modos de ver y sentir el mundo, y, en definitiva, desarrollándose como individuos. Las drogas son una manera limitada y superficial de forjar relaciones, en las cuales lo que más cuenta es la experiencia común que aportan las drogas y el placer y la diversión momentáneos que pueden producir.

En conclusión, debemos emplear nuestro tiempo libre en desarrollarnos como personas, a todos los niveles, tanto intelectual, como física y socialmente. Como seres sociales que somos nuestra vida sólo tiene sentido en la medida en que crecemos y compartimos cosas con aquellas personas que nos rodean.

Suponiendo el concepto de “ocio” como legítimo, este debería ser para nosotros toda aquella actividad que nos ayude en los fines que he planteado en el párrafo anterior, y de ningún modo, los medios que pudiéramos emplear para alcanzarlos, deben anteponerse a los mismos. Así pues, las drogas son una forma de ocio que no hacen otra cosa que perjudicar a nuestra salud física y mental, y obstaculizan nuestro desarrollo social e intelectual, y deben ser rechazadas. Cualquiera de las ventajas que pudieran aportar las drogas, como el tiempo en común con tus amigos, o la diversión, pueden ser alcanzadas por otros medios más sanos y nutritivos.

Sin nada más que decir, muerte a las drogas y viva a la anarquía compañeres.




Extraido de http://www.nodo50.org/juventudesanarquistas/images/pdf/el-fuelle/el-fuelle-9.pdf.pdf